En una jornada marcada por decisiones contrastantes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó dos documentos oficiales que redefinen la postura del país frente a dos regímenes históricos: uno que recrudece las restricciones hacia Cuba y otro que relaja las sanciones impuestas a Siria.
En primer término, el mandatario republicano aprobó un memorando que refuerza las limitaciones económicas y de viaje hacia la isla caribeña. La nueva política, que comenzará a implementarse en los próximos 30 días, prohíbe cualquier transacción financiera, directa o indirecta, con entidades controladas por las fuerzas armadas cubanas, especialmente con el consorcio GAESA, vinculado al aparato militar y económico del gobierno cubano.
Según la Casa Blanca, el memorando busca frenar prácticas que han beneficiado, “a expensas del pueblo cubano”, a estructuras del poder estatal y de seguridad de la isla. Entre los mecanismos de control anunciados se encuentran auditorías periódicas y un seguimiento de las operaciones vinculadas a viajes durante un periodo mínimo de cinco años, con el objetivo de reforzar la prohibición legal del turismo estadounidense en Cuba.
El documento también incluye un apartado sobre derechos humanos que exige la elaboración de informes relacionados con detenciones arbitrarias, abusos y la situación de fugitivos de la justicia estadounidense presuntamente refugiados en territorio cubano.
Flexibilización de sanciones a Siria
El pasado 13 de mayo, el presidente firmó una orden ejecutiva que desmantela buena parte de las sanciones vigentes sobre Siria, en lo que representa un drástico viraje en la estrategia estadounidense hacia el país del Medio Oriente. Esta medida, que entra en vigor este martes, excluye de sus beneficios al expresidente sirio Bashar al-Assad y a figuras asociadas con violaciones a los derechos humanos, tráfico de drogas, armas químicas y vínculos con organizaciones como ISIS y representantes iraníes.
No obstante, la orden permite suavizar los controles de exportación sobre determinados bienes y autoriza la reanudación parcial de asistencia extranjera. Según el Gobierno estadounidense, la intención es apoyar los esfuerzos de reconstrucción en Siria sin beneficiar a actores considerados perjudiciales para la estabilidad regional.
Durante una llamada con periodistas, el embajador de EE.UU. en Turquía, Thomas Barrack, destacó la intención de Washington de abrir una nueva etapa con Damasco.
“Hemos creado una ventana (de oportunidad diplomática) que en Irán no ha existido nunca. Siria merece una oportunidad”, afirmó Barrack, al explicar que Trump busca reintegrar a quienes combatieron a ISIS, incluidos sectores kurdos.
Contexto del giro diplomático
Este giro en la política hacia Siria fue anticipado por el propio mandatario en mayo pasado durante el foro de inversiones en Arabia Saudí, donde reconoció que las sanciones impuestas al país árabe fueron “devastadoras”, aunque necesarias en su momento.
Un día después del anuncio, Trump sostuvo una histórica reunión con el presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, durante una cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo en Riad. El encuentro marcó el primer acercamiento directo entre jefes de Estado de ambas naciones en un cuarto de siglo.
El nuevo líder sirio, quien en el pasado estuvo vinculado con el grupo yihadista Frente al Nusra y fue prisionero en Irak, ha ganado legitimidad internacional tras el colapso del régimen de Al Asad. Desde su ascenso, delegaciones estadounidenses, incluyendo congresistas y empresarios, han visitado Damasco, lo que revela un cambio de tono en las relaciones bilaterales.
Con información de EFE