La administración del expresidente Donald Trump anunció este miércoles un nuevo aumento en los aranceles al acero y al aluminio, que pasan del 25 % al 50 %.
Esta decisión marca un giro agresivo en su política comercial y complica las relaciones económicas con potencias como China, la Unión Europea, México y Brasil.
La medida fue firmada mediante una orden ejecutiva en la que Trump argumenta que las importaciones extranjeras “no amenazan con perjudicar la seguridad nacional”. Según el texto, el objetivo del aumento es “contrarrestar con mayor eficacia a los países extranjeros que continúan descargando excedentes de acero y aluminio a bajo precio en el mercado estadounidense, socavando así la competitividad de las industrias estadounidenses”.
El nuevo gravamen busca apuntalar las industrias locales que, a pesar del arancel previo del 25 % —vigente desde 2018—, no han logrado recuperar los niveles de capacidad productiva requeridos para garantizar la autosuficiencia estratégica del país, según la Casa Blanca.
Entre los países más afectados por la nueva medida se encuentran Canadá, principal exportador de ambos metales a EE.UU., además de México, Brasil, Corea del Sur, Vietnam y China, que ocupa el segundo lugar como proveedor de aluminio para la economía estadounidense.
En contraste, el Reino Unido se mantendrá al margen del aumento, conservando los aranceles en 25 %, gracias a un acuerdo bilateral cuya revisión está prevista para el mes de julio.
China responde con acusaciones de “supresión extrema”
Desde Pekín, la reacción fue inmediata. Las autoridades chinas acusaron a Washington de violar los acuerdos suscritos en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y calificaron los nuevos aranceles como medidas de “supresión extrema”. Entre las acciones recientes que han tensado la relación bilateral, China también mencionó las restricciones a exportaciones de semiconductores y la cancelación de visados para estudiantes chinos.
A pesar de este escenario tenso, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó el martes que Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, sostendrán una conversación telefónica esta misma semana para tratar de avanzar en un acuerdo. Pekín, sin embargo, no ha emitido declaraciones sobre ese posible contacto.
Un escenario cargado de simbolismo y contradicciones
El anuncio fue realizado por Trump en una planta de U.S. Steel en Pensilvania, un estado clave en el mapa electoral estadounidense. El sitio no fue elegido al azar. La misma planta es escenario de una polémica operación de compra por parte de la japonesa Nippon Steel, que invertirá 14 mil millones de dólares para convertir a U.S. Steel en su subsidiaria, aunque la compañía mantendrá su sede y nombre originales.
Pese a que durante meses el propio Trump se opuso a esta transacción, ahora la defiende como una “asociación”, distanciándose de los términos de “fusión” o “adquisición”.
Reacciones en Europa y negociaciones en marcha
La decisión ha generado incomodidad en Bruselas. Esto ocurre justo después de una llamada entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la que se habrían logrado avances preliminares hacia un posible marco comercial.
En París, el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, tiene previsto reunirse este miércoles con el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, para intentar destrabar la situación antes del vencimiento de la prórroga vigente, que culmina a inicios de julio. De no alcanzarse un acuerdo, la UE enfrentaría un nuevo arancel del 20 % sobre sus exportaciones al mercado estadounidense.
Greer ha enviado cartas a varios socios comerciales de EE.UU. para recordar de forma “amistosa” la proximidad de la fecha límite, según confirmó Leavitt.
El factor político y la presión interna
El endurecimiento comercial también coincide con un contexto político enrarecido para Trump. Mientras diversos tribunales en EE.UU. han puesto en entredicho aspectos clave de su política arancelaria, como los llamados “aranceles recíprocos”, analistas señalan que estas nuevas medidas buscan reforzar su narrativa de defensa industrial en plena campaña.
Por su parte, Trump rechazó que su estrategia sea errática. Al referirse a la expresión “TACO trade” —acrónimo de “Trump Always Chickens Out” (Trump siempre se acobarda)—, acuñada recientemente en medios financieros, el expresidente respondió molesto que “todo forma parte de su estrategia de negociación”. En redes sociales, también reiteró su percepción sobre su homólogo chino.
“Me gusta el Presidente Xi de China, siempre me ha gustado y siempre me gustará, pero es MUY DURO y EXTREMADAMENTE DIFÍCIL LLEGAR A UN TRATO CON ÉL”, escribió Trump este miércoles en su plataforma Truth Social.
Con información de EFE