Cada año, la conmemoración del Día del Hombre se divide en dos fechas con enfoques distintos: el 19 de marzo, arraigado en tradiciones religiosas, y el 19 de noviembre, establecido como una jornada global para abordar desafíos contemporáneos.
Mientras la primera honra valores vinculados a la paternidad y el trabajo —según instituciones religiosas y países como Colombia o Bolivia—, la segunda, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), prioriza temas como la salud mental, la equidad de género y la promoción de modelos masculinos positivos.
19 de marzo: San José de Nazaret y el legado de la paternidad
En países como Colombia, Bolivia y Honduras, el Día del Hombre coincide con la festividad católica de San José de Nazaret, padre adoptivo de Jesús según los evangelios. La figura de San José —carpintero y protector de su familia durante la huida a Egipto— simboliza valores como la humildad, el sacrificio silencioso y la responsabilidad en el ámbito familiar.
Esta celebración, con raíces en el catolicismo, no solo resalta roles tradicionales asociados a la masculinidad, sino que también se entrelaza con el Día del Padre en naciones como España, Italia, Liechtenstein y Portugal. Para instituciones religiosas y comunidades, la fecha representa una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del hombre como sostén emocional y económico, inspirado en el ejemplo de San José.
19 de noviembre: Una respuesta global a desafíos modernos
En contraste, el Día Internacional del Hombre, instaurado en 1999 por la UNESCO, adopta un enfoque secular y transversal. Su creador, el historiador Jerome Teelucksingh de Trinidad y Tobago, buscó visibilizar problemáticas como las siguientes:
- Salud masculina: La mayor mortalidad prematura en hombres debido a enfermedades cardiovasculares y accidentes laborales.
- Bienestar emocional: Los estigmas en torno a la salud mental y el acceso limitado a servicios psicológicos.
- Roles de género: La promoción de masculinidades no tóxicas y alejadas de estereotipos.
En 2009, Teelucksingh y un comité internacional ratificaron estos objetivos, consolidando la fecha como una plataforma para discutir la equidad y la justicia social. En México, por ejemplo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) respalda esta conmemoración, destacando la necesidad de reconocer las contribuciones masculinas en la familia, el cuidado del medio ambiente y la comunidad.
¿Por qué dos fechas?
La coexistencia de ambas conmemoraciones refleja la diversidad cultural en la concepción de la masculinidad:
- Marzo: Prioriza el legado histórico-religioso, enfocado en la paternidad y el deber familiar.
- Noviembre: Aborda los desafíos del siglo XXI, como la deconstrucción de roles de género y la inclusión de hombres en conversaciones sobre igualdad.
Aunque distintas en origen, ambas fechas coinciden en un objetivo común: redefinir la masculinidad más allá de arquetipos rígidos. Mientras marzo invita a mirar al pasado para rescatar valores como la protección y el trabajo honesto, noviembre proyecta una mirada crítica hacia el futuro, demandando sociedades donde los hombres puedan expresar vulnerabilidad sin temor al juicio.
Un diálogo necesario
Expertos en estudios de género señalaron que esta dualidad enriquece el debate público. Por un lado, el reconocimiento de figuras como San José permite rescatar modelos éticos; por otro, la conmemoración de noviembre evidencia que la masculinidad no es un concepto estático, sino que evoluciona frente a crisis globales como el suicidio masculino y la violencia de género.
En un mundo donde los roles tradicionales se replantean, estas dos fechas —lejos de competir— amplían la conversación sobre qué significa ser hombre hoy.