Cientos de mujeres se congregaron este sábado en las calles de Bogotá para participar en la marcha feminista del Día Internacional de la Mujer (8M), un espacio en el que levantaron sus voces para exigir derechos, justicia y una vida libre de violencias.
Bajo consignas como “Por el trabajo y la vida, avanzada feminista y resistencia colectiva”, las manifestantes pintaron la ciudad de morado y verde, colores que simbolizan la lucha por la igualdad de género y los derechos reproductivos.
El punto de encuentro fue el mural “Las cuchas tienen razón”, un emblema de la resistencia de las madres de víctimas de desaparición forzada en Colombia. Allí, las participantes compartieron abrazos, pintaron pancartas y participaron en un conversatorio público moderado por Laura Vásquez Roa, integrante de Somos Un Rostro Colectivo, plataforma que coordina las movilizaciones feministas en la capital.
“Lo que hacemos es reunirnos y juntar esperanza, juntar resistencia. Es muy bonito ver que no estamos solas, sino que hay muchas en la misma sintonía”, expresó Vásquez.
El diálogo contó con la participación de Ana Salamanca, del Sindicato de Trabajadoras del Hogar e Independientes (Sintrahin); Luz Marina Becerra, de la Coordinación de Mujeres Afrocolombianas Desplazadas en Resistencia “La Comadre”; y Miriam Suspes, de la Fundación Hasta Encontrarlos.
Las panelistas reflexionaron sobre las múltiples formas de violencia que enfrentan las mujeres en Colombia, desde la discriminación laboral hasta los feminicidios, que en 2024 alcanzaron la alarmante cifra de 886 casos, según el Observatorio Feminicidios Colombia.
Las pancartas desplegadas durante la marcha reflejaron el dolor y la indignación de las participantes. Frases como “les molesta más limpiar pintura que nuestra sangre”, “nuestro grito viene de un corazón cansado de vivir con dolor y miedo”, y “nos sembraron miedo, nos crecieron alas” resonaron en las calles bogotanas.
Además, se reservó un espacio para recordar a las más de 50 víctimas de feminicidios reportadas en lo que va de 2025, una cifra que evidencia la urgencia de acciones concretas para proteger la vida de las mujeres.
Entre las asistentes resaltó la presencia de Nury Rojas, madre de Angie Paola Baquero Rojas, una joven de 19 años asesinada durante las protestas contra la brutalidad policial en septiembre de 2020. Con una camiseta que llevaba el rostro de su hija y un girasol en la mano, Rojas participó por primera vez en la marcha feminista.
“En este momento no soy Nury, soy Angie Paola porque la traigo en mi camiseta. Mi hija era lesbiana y fiel creyente en todos estos procesos de cambio”, declaró.
Su presencia fue un recordatorio de que muchas madres continúan en pie de lucha, exigiendo verdad y justicia para sus hijas.
La marcha también contó con la participación de jóvenes como Camila Díaz, de 16 años, y su madre, Estefany González, de 31. Ambas eligieron cuidadosamente las consignas que llevarían en sus pancartas, entre ellas: “Grito por mi mamá lo que ella tuvo que callar”.
Para González, manifestó que la seguridad de su hija es una prioridad.
“Quiero poder mandarla a estudiar segura, sin tener miedo de que algo le va a pasar en la calle”, confesó.
Camila, por su parte, sostuvo una pancarta con un mensaje contundente: “Quiero que mi mamá recoja mi título universitario y no mi acta de defunción”.
Aunque la manifestación fue mayormente pacífica, se registraron algunos actos de vandalismo, como la pintada de grafitis en la fachada del Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, y la destrucción de vidrios en algunas paradas de autobuses. Estos incidentes no opacaron el mensaje central de la marcha: la necesidad de unir fuerzas para construir una sociedad más justa y equitativa para todas las mujeres.
Con información de EFE