En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado este 5 de junio bajo el lema “Sin contaminación por plásticos”, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) emitió un llamado urgente a la acción global frente a la creciente crisis del plástico, que ya afecta a todos los ecosistemas del planeta y compromete la salud humana.
Actualmente, la producción anual de plástico supera los 400 millones de toneladas, de las cuales aproximadamente el 66 % corresponde a productos de un solo uso, como botellas, envoltorios y utensilios desechables. De esta cantidad, menos del 10 % se recicla, mientras que alrededor de 11 millones de toneladas terminan cada año en ríos, lagos y océanos, lo que equivale al peso de 2,200 torres Eiffel.
António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, alertó sobre la grave crisis de la contaminación plástica, que afecta a los ecosistemas, la salud pública y el clima global. Subrayó que los residuos plásticos obstruyen ríos y océanos, poniendo en riesgo la biodiversidad y el bienestar humano.
“La contaminación por plásticos está asfixiando nuestro planeta, dañando los ecosistemas, el bienestar y el clima. Los residuos plásticos obstruyen los ríos, contaminan los océanos y ponen en peligro la vida silvestre”, manifestó.
Subrayó la preocupante fragmentación de los residuos plásticos en micro y nanoplásticos, que se han dispersado por todo el planeta, afectando tanto el medio ambiente como la salud humana. Esta contaminación ha llegado a lugares remotos y a componentes biológicos esenciales.
“Se infiltran en todos los rincones de la Tierra: desde la cima del monte Everest hasta las profundidades del océano; desde el cerebro humano hasta la leche materna”, afirmó.
Según estimaciones del PNUMA, cada persona consume más de 50,000 partículas de microplásticos al año a través de alimentos, agua y aire, una cifra que podría ser aún mayor si se considera la inhalación.
Estudios recientes citados por la organización indican que estas diminutas partículas, inferiores a 5 milímetros, ya han sido encontradas en órganos humanos, con un incremento del 50 % en su concentración cerebral durante los últimos ocho años.
Los efectos en los ecosistemas marinos también son alarmantes. El investigador Diego Kersting, del Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal, reportó la presencia de altos niveles de microplásticos en la Cladocora caespitosa, una de las especies de coral más amenazadas del Mediterráneo.
“Los microplásticos ya están en la red trófica”, señaló Kersting, lo que implica un impacto directo en especies marinas de valor comercial y en la seguridad alimentaria.
Ante este panorama, la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, destacó que —no basta con gestionar residuos; hay que transformar cómo producimos y consumimos el plástico—. Andersen subrayó la necesidad de un enfoque integral que abarque todo el ciclo de vida del material, desde su fabricación hasta su disposición final.
Una de las soluciones destacadas por el organismo es la implementación del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR), que promueve el reciclaje mediante incentivos económicos para el consumidor. Países como Alemania y Lituania ya superan tasas de retorno del 90 %, según datos de la Fundación Ellen MacArthur.
Este año, la sede del Día Mundial del Medio Ambiente es la República de Corea, en reconocimiento a su papel activo en las negociaciones para alcanzar un Tratado Global contra la Contaminación por Plásticos, jurídicamente vinculante, que atienda cada etapa del ciclo del plástico.
Guterres instó a los negociadores a retomar las conversaciones en agosto, destacando la necesidad de un consenso para abordar la crisis de contaminación por plásticos y lograr un tratado global.
“Vuelvan a las conversaciones decididos a encontrar una vía común para superar sus diferencias y lograr el tratado que nuestro mundo necesita”, subrayó.
Con un costo social y medioambiental estimado entre 300,000 y 600,000 millones de dólares anuales, la contaminación plástica ha dejado de ser un problema visible para convertirse en una amenaza estructural con consecuencias duraderas. La ONU insta a gobiernos, empresas y ciudadanos a actuar sin dilación para frenar esta crisis.