A pocos kilómetros de la frontera con México, en lo que antes fue una tranquila comunidad costera llamada Boca Chica Village, ha emergido una nueva localidad con un nombre futurista: Starbase.
Bajo el liderazgo del empresario Elon Musk y al amparo de su compañía aeroespacial SpaceX, este enclave se ha convertido en una ciudad reconocida oficialmente por las leyes del estado de Texas.
Lo que comenzó como un conjunto de instalaciones para lanzamientos espaciales mutó en una zona urbana en expansión. Starbase cuenta ahora con cerca de 4 kilómetros cuadrados de extensión, poco más de 200 habitantes —en su mayoría empleados de la propia empresa—, calles recién trazadas y una infraestructura en constante construcción.
El 30 de mayo, en una reunión pública, la ciudad eligió a sus primeros funcionarios, entre ellos el alcalde, también vinculado a la compañía.
La avenida estatal, única vía de acceso, divide un entorno dominado por casas prefabricadas, vehículos Tesla, camiones de carga y maquinaria de construcción. Las oficinas centrales de SpaceX se imponen en un edificio de concreto gris que contrasta con el paisaje natural circundante. La carretera principal conduce directamente al mar, donde se sitúa la plataforma de lanzamiento de los cohetes Starship.
Sin embargo, el crecimiento de Starbase no está exento de controversia. La zona, anteriormente un paraíso natural rodeado por una reserva ecológica, fue transformada por los proyectos del magnate.
Las constantes pruebas de cohetes y los cierres prolongados de la playa de Boca Chica durante los lanzamientos han generado molestias entre los residentes de comunidades vecinas, así como entre organizaciones indígenas y activistas. Alda Merlano, profesora jubilada de Literatura y habitante del área, recordó las excursiones familiares a la playa.
“Iba con mis padres; solo había que meter todo en un carro y salir”, relató.
Hoy en día, desde su vivienda situada a más de 25 kilómetros de distancia, puede escuchar el estruendo de los lanzamientos y las pruebas de propulsores. Juan Mancías, líder de la tribu Carrizo/Comecrudo —grupo indígena sin reconocimiento federal—, considera la expansión de Musk como un acto de despojo.
“Es lo mismo que hicieron aquí hace 500 años. Vinieron aquí por una sola cosa, y fue para llevarse las fuentes de vida de esta tierra”, declaró.
A pesar de las críticas, las autoridades locales respaldaron los planes de Musk. El juez del condado de Cameron, Eddie Treviño, aseguró en un informe que la presencia de SpaceX “ha afectado positivamente” a la región “mediante el aumento del turismo y nuevas oportunidades de empleo”. Según datos oficiales, la empresa genera más de 3,400 empleos y ha contribuido con más de 800 millones de dólares en impuestos estatales y locales.
La influencia del empresario también se extiende al ámbito político. Aunque se distanció del gobierno de Donald Trump, Musk mantiene vínculos estratégicos con altos mandos de la NASA y las Fuerzas Aéreas, agencias clave en la asignación de contratos para la industria espacial. Mientras tanto, desde su lugar de residencia en el sur de Texas, Mancías insiste en mantener la resistencia.
“No tiene ningún poder. Es la comunidad la que tiene poder y él está tratando de controlarlos”, sostuvo.
Con información de EFE
